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09/01/2024 | VíCTOR YUSTE (Director General Foro Interalimentario)
¿Hacia dónde camina la mujer rural?

En el momento actual, la función y el papel de la mujer rural se ha convertido en una prioridad y en asunto muy comentado y recurrente en cualquier debate sobre política territorial, reto demográfico, sector agrario o despoblación, no solo en despachos oficiales e institucionales sino también en el conjunto de la sociedad.

 

Es evidente que la mujer, y en concreto, la mujer rural, la que vive y convive en las zonas rurales, es una figura esencial para el desarrollo y estructura de la sociedad, pero más aún en la sociedad del ámbito rural.

 

Es un tema que en absoluto es cuestionable y, más allá, está, o debiera estar, en el centro de todas las cuestiones que puedan afectar, directa o indirectamente, al progreso de nuestras zonas rurales.

 

No es una cuestión baladí, ni podemos ceñirla a un aspecto de estrategia de lo “políticamente correcto”.

 

Estamos viendo cómo hoy en día se está contando con la mujer rural a la hora de diseñar e implantar medidas para avanzar en igualdad entre hombres y mujeres en el medio rural, por visibilizar el trabajo y esfuerzo de estas mujeres por abrirse un camino digno, estable y de calidad para ellas y sus familias, por poder desarrollarse humana, profesional y económicamente en esos territorios que, en muchas ocasiones, suponen superar cuando menos unas limitaciones que la mujer “urbana” no tiene.

 

Más allá de esa reivindicación histórica por poner en valor su papel en la sociedad, la sociedad española es consciente de tener delante un reto de mayor calado y que es el lograr visibilizar a estas mujeres y apoyarles e implementar medidas acertadas en su gran proyecto de querer vivir, trabajar y emprender en el medio rural.

 

El camino de la mujer rural se ha ido allanando a la largo de años, de muchos años, pero este tiempo ya transcurrido en el que se han dado importantes pasos hacia delante, requiere de forma inmediata la concreción de acciones y medidas que potencien sus capacidades para aprovechar las oportunidades que surjan de su emprendimiento, de generar empleo, calidad de vida y de servicios para fijar familias.

 

El futuro de la mujer rural está intrínsecamente unido al del medio rural, en todos sus aspectos y, en especial, en el de la sostenibilidad, eso sí, económica (la primera), social y medioambiental.

 

Tenemos una de las generaciones de mujeres rurales jóvenes mejor preparadas, cuentan con formación académica y, lo más importante, con la experiencia y la sabiduría de sus madres y abuelas rurales, memoria viva de la riqueza popular intangible rural.

 

Es evidente que no podemos desaprovechar ese gran talento rural femenino, ni ponernos de perfil esperando que se vayan forzadas a las grandes ciudades porque no encuentran esa oportunidad laboral o empresarial en tus territorios.

 

Son muchos los campos donde la mujer puede potenciar su papel profesional, el sector agroalimentario, con la producción, la industria y la distribución alimentaria, es uno de los más importantes, con el medioambiental, el turismo, los servicios, etc. que crean sinergias con otros sectores económicos y que, en su conjunto, son una importante fuente de creación de riqueza, empleo e, insisto, de calidad de vida.

 

Mujeres rurales sobradamente preparadas las tenemos, pero se necesitan políticas, medidas y acciones concretas, individualizadas, adaptadas y debidamente monitorizadas a las peculiaridades de cada territorio.

 

No me cabe la menor duda que, más temprano que tarde, la mujer rural copará y estará presente en más órganos de decisión, empresariales, asociativos y políticos, e influirán, con la delicadeza y habilidad que las caracteriza, para que hacer que las cosas que les interesan y les aportan valor ocurran,

 

¿Hacia dónde camina la mujer rural? hacia un éxito rotundo gracias al potencial que tienen en sus manos.

 


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